No pueden quedar las Bienaventuranzas en un mero escrito con significado teológico, la idea es que el creyente aprenda a extraer interpretaciones reales que le ayuden a actuar en el vida diaria con la misma claridad que lo hicieron los primeros evangelizadores.
Practicar las bienaventuranzas es ponerse en los zapatos del prójimo, librarse de las ataduras del deseo y sobretodo estrechar la relación con el Todopoderoso ya que son actitudes y formas de enfrentar las situaciones que si se reflexionan desde la espiritualidad y no de la lógica reflejan las más verídicas enseñanzas provenientes del cielo.
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Res Non Verba.
Hechos No Palabras
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