Novena a San Jacinto
Día Cuarto
Los tártaros avanzaron por Rusia, Polonia y Hungría, uno de los puntos afectados por la conquista fue la región de Kiev.
Kiev es territorio eslavo que ha pasado por las manos de varias naciones a través de la historia.
Cuando san Jacinto estaba en Kiev, los Tártaros, a las órdenes de Batú, sobrino de Gengis‑Khan, invadieron la ciudad.
De la ciudad todo el mundo huía, hasta los príncipes Miguel y Daniel huyeron antes del asedio.
Jacinto celebraba la misa y no supo del peligro hasta terminada la misma.
Organizó la salida, se acercó al sagrario, tomó en sus manos el copón con las Hostias consagradas, lo ocultó bajo su capa dominica y se dirigió hacia el portal de la iglesia.
Pero en su interior oyó una voz procedente de la imagen de la Virgen: *Jacinto, hijo mío, llévame contigo*.
San Jacinto le contestó: *¿Cómo podré hacerlo con mis débiles fuerzas?*
La voz agregó:
¡Pruébalo!
San Jacinto retuvo en la mano derecha el copón y cargó sobre el costado y brazo izquierdo la imagen de la Santísima Virgen María, de esa forma fue que pasó a pie sobre las heladas aguas del Nieper, en busca de nueva casa.
Es por esta razón que a san Jacinto se lo representa siempre con la custodia y la Virgen.
San Jacinto hizo lo más prudente, dirigirse a otra parte en plan de misión.
San Jacinto vivió de manera infatigable dedicado a la oración y a la predicación, entregado a la dirección de almas que acudían a él en gran número, ocupado insistentemente en asistir a los enfermos y siempre con el amor a Cristo y a la Santísima Virgen.
...
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(Pídase la gracia que se desea.)
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.
Oración final
San Jacinto glorioso, fiel y eficaz protector, ruega por nosotros a Dios, que escuche nuestra oración. Amén.
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