19 agosto 2022

Día Segundo

 Novena a San Jacinto

Día Segundo

En una peregrinación a Roma, a las tumbas de los apóstoles y, visitar al Papa, sucesor de San Pedro, el Obispo de Cracovia, Yvon Odrowaz, tío de san Jacinto, fue acompañado de su sobrino, san Jacinto, y de otros sacerdotes, esta es la ocasión para conocer a Santo Domingo de Guzmán que está allí haciendo aprobar la Orden de los Predicadores.

El obispo de Cracovia le pidió a Santo Domingo religiosos misioneros para Cracovia que estaba necesitada de sacerdotes.

Rezar del Rosario, es el método de evangelizar con el que la Orden de Predicadores, Dominicos, lograba que la gente viva mejor la fe de la Iglesia y alejaba la herejía albigense.

Esta herejía es negar la Santísima Trinidad, que Jesucristo no es Dios, que no fue un hombre sino que es un ángel y que  su encarnación, muerte y resurrección, solo tiene sentido alegórico, (figura literaria o representación artística que tiene sentido simbólico).

Santo Domingo le dijo al Obispo de Cracovia que no cuenta con sacerdotes de la Orden de Predicadores que hablen en idioma polaco, que más bien el Obispo de Cracovia le colabore con sacerdotes polacos para que sean parte de la Orden de Predicadores, santo Domingo les daría la  formación necesaria y luego los enviaría a Polonia.

El Obispo de Cracovia asignó a cuatro de los sacerdotes que lo estaban acompañando para que formen parte de la Orden de Predicadores, entre ellos estaba san Jacinto.

San Jacinto se preparó el tiempo necesario, y ya con el hábito de la Orden de los Predicadores, fue a Polonia, en el camino, estableció un convento de su orden en Friesach, Carintia (Austria), llego a Cracovia el 21 de Octubre de 1220, y con dos compañeros se alojó en la casa de la Curia Episcopal, donde vivió 5 meses, hasta el 24 de marzo de 1221, en que se pasó a la Iglesia de la Santísima Trinidad, que le dio el Obispo, con sitio bastante para fundar el Convento que hoy existe.

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(Pídase la gracia que se desea.)

Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.


Oración final

San Jacinto glorioso, fiel y eficaz protector, ruega por nosotros a Dios, que escuche nuestra oración.             Amén.

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