Novena a San Jacinto
Día Noveno
Todos en la Iglesia estamos llamados a la SANTIDAD, así como san Jacinto, hemos de ser Santos y Apóstoles.
El grado de santidad personal no depende de la posición que se ocupa en la sociedad o en la Iglesia, sino únicamente del grado de caridad que se vive.
Una misma es la santidad que cultivan, en los múltiples estilos de vida y ocupaciones, todos los que son guiados por el Espíritu Santo.
El camino de santidad para los laicos cristianos comprometidos en matrimonio es sostenerse mutuamente en la gracia a lo largo de toda la vida e inculcar la doctrina cristiana y las virtudes, teologales y cardinales, a los hijos que el matrimonio ha recibido de Dios.
También están llamados a la SANTIDAD las personas que viven solas, o por libre elección o por acontecimientos y circunstancias particulares: célibes, viudos y viudas, separados y alejados.
Los de vida profesional, en el trabajo cotidiano actuar por el bien de sus hermanos y el progreso de la sociedad, a imitación de Jesús obrero.
Los que se encuentran oprimidos por la pobreza, la enfermedad, los achaques y otros muchos sufrimientos o los que padecen persecución por la justicia, ellos están especialmente unidos a Cristo, paciente por la salvación del mundo.
Son muchos los aspectos y las formas de la santidad cristiana que están al alcance de los laicos, en sus diversas condiciones de vida, en las que están llamados a imitar a Cristo, y recibir la gracia para cumplir de mejor manera su misión en el mundo.
Estamos invitados por Dios a recorrer el camino de la santidad y atraer hacia este camino a los vecinos y compañeros de vida y de trabajo en el mundo de las cosas temporales.
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(Pídase la gracia que se desea.)
Un Padrenuestro, tres Avemarías y un Gloria.
Oración final.
San Jacinto glorioso, fiel y eficaz protector, ruega por nosotros a Dios, que escuche nuestra oración. Amén.
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